4.- LOS BUENOS PADRES PREPARAN A SUS HIJOS PARA EL
APLAUSO, MIENTRAS QUE LOS PADRES
BRILLANTES LOS PREPARAN PARA EL FRACASO.
Este hábito de los padres brillantes contribuye a desarrollar en sus hijos: motivación,
audacia, paciencia, determinación, capacidad
de sobreponerse y la habilidad de
crear y tomar ventaja de las
oportunidades.
Los buenos padres preparan a sus hijos para
recibir aplausos, los padres brillantes los preparan para afrontar sus derrotas
los buenos padres educan la inteligencia lógica de sus hijos, los padres
brillantes educan sus sensibilidad. La perseverancia es tan importante como la
habilidad intelectual. La vida es un largo camino con curvas impredecibles e
inevitables. La sociedad nos prepara para los días de gloria, pero los días de
frustración son los que dan significado a esa gloria.
Revelando madurez, los padres brillantes son
modelos para una vida victoriosa. No piensan que una vida exitosa sea una vida
infalible. Ganar no siempre significa estar en lo correcto. Por eso es que son
capaces de decir a sus hijos: "Me equivoque", "lo siento" y
"te necesito". Son fuertes en sus convicciones, pero flexibles para
admitir sus fragilidades. Los padres brillantes muestran que las flores más
hermosas son las que florecen después de los más crudos inviernos.
Los padres que no tienen el coraje de reconocer sus errores nunca enseñarán a sus hijos a enfrentarse a sus propios errores y a crecer con ellos. Los padres que admiten que siempre tienen la razón nunca enseñan a sus hijos a trascender sus propios fracasos. Los padres que nunca se disculpan jamás enseñarán a sus hijos a lidiar con la arrogancia. Los padres que no revelan sus miedos siempre tendrán dificultad para enseñar a sus hijos a encontrar, a través de la pérdida, la oportunidad de ser más fuertes y experimentados.
Los padres que no tienen el coraje de reconocer sus errores nunca enseñarán a sus hijos a enfrentarse a sus propios errores y a crecer con ellos. Los padres que admiten que siempre tienen la razón nunca enseñan a sus hijos a trascender sus propios fracasos. Los padres que nunca se disculpan jamás enseñarán a sus hijos a lidiar con la arrogancia. Los padres que no revelan sus miedos siempre tendrán dificultad para enseñar a sus hijos a encontrar, a través de la pérdida, la oportunidad de ser más fuertes y experimentados.
La
felicidad no viene por casualidad; la felicidad viene del entrenamiento.
Entrene a sus hijos para que sean excelentes observadores. Caminen por
campos y jardines, miren el surgimiento de las flores y descubran juntos
la belleza sutil. Llenen sus ojos con la hermosura que los rodea.
Una
de las cosas que se nos aconseja es que hay que enseñar a los jóvenes a
apreciar los momentos simples, la fuerza que viene de la perdida, la
seguridad que florece en el caos y la grandeza que emana de los pequeños
gestos. Las montañas están formadas por ocultos granos de arena.
Los
niños serán más felices si aprenden a contemplar la belleza tanto en los
momentos de gloria como en los de fracaso, en las flores de la primavera y
en las hojas muertas del invierno. Este es el gran reto de la educación
emocional.
Para
muchas personas, la felicidad es la locura de los psicólogos, el delirio de
los filósofos y la alucinación de los poetas; nunca han entendido que los
secretos de la felicidad se ocultan en las cosas simples y anónimas, tan
distantes y tan cercanas a ellas.
5.- LOS BUENOS PADRES HABLAN, MIENTRAS QUE LOS
PADRES BRILLANTES DIALOGAN COMO AMIGOS.
Los
buenos padres hablan los padres brillantes dialogan. Hay un gran valle entre
hablar y dialogar. Hablar es expresar el mundo que nos rodea; dialogar se
refiere a expresar el mundo que somos. Dialogar es contar experiencias, es
compartir secretos de lo que está oculto en el corazón, es penetrar más
allá de las cortinas de la conducta y es desarrollar la inteligencia interpersonal.
Comparando
la lectura con mi practica pude apreciar que los padres nunca ha tenido el
valor de dialogar con sus hijos acerca de sus miedos, pérdidas y
frustraciones.
Es
por eso que al analizar lo que sucede en los hogares no logro entender cómo es
posible que padres e hijos que viven bajo el mismo techo por años
permanezcan completamente aislados unos de otros, dicen que se aman, pero
hacen pocos esfuerzos por cultivar el amor. Reparan la grieta en la pared
y el problema con el automóvil, pero no se ocupan de las grietas
emocionales y los problemas de relación.
Cuando
un grifo gotea, los padres se preocupan por repararlo, ¿pero se toman el
tiempo para dialogar con sus hijos y ayudarlos a reparar la alegría, la
seguridad y la sensibilidad que se está disipando?
Es
por ello que considero que deberíamos adquirir el hábito de reunirnos cuando
menos una vez a la semana con nuestros hijos para dialogar con ellos.
Deberíamos darles libertad para que puedan hablar de sí mismos, de sus
aflicciones y de sus dificultades de relación con sus hermanos y
con nosotros, sus padres. No puede imaginarse lo que estas reuniones
pueden provocar.
Si
los padres nunca les han contado a sus hijos sus sueños más importantes, ni
han escuchado acerca de sus grandes alegrías y desilusiones, formaran un
grupo de extraños y no una familia. No hay una fórmula mágica para
construir una relación saludable. El diálogo es irremplazable.
Dentro
de cada joven hay un mundo por descubrir, incluso dentro del más complicado
y aislado. Muchos jóvenes son agresivos y rebeldes, y sus padres no se dan
cuenta que están gritando a través de sus conflictos.
Muchas veces, la
conducta inadecuada es un clamor que implora la presencia, el amor y la
atención de los padres. Muchos
síntomas psicosomáticos, como los dolores de cabeza o de estómago, también
son gritos silenciosos de los niños. Muchos padres llevan
a sus hijos con el psicólogo, que puede ayudar pero, en el fondo, lo que
los hijos están buscando es el corazón de sus padres. Es por eso que hay que atenderlos y antes de que ellos exijan o tomen actitudes equivocadas darles amor y estar siempre al pendientes de ellos
6.- LOS BUENOS PADRES DAN INFORMACIÓN MIENTRAS QUE
LOS PADRES BRILLANTES CUENTAN HISTORIAS.
Este hábito de los padres brillantes contribuye
a desarrollar en sus hijos: creatividad, inventiva,
astucia, razonamiento esquemático y capacidad para
encontrar soluciones en situaciones tensas. Los buenos maestros
hablan con la voz, los maestros fascinantes con los ojos. Los buenos
maestros son didácticos, los maestros fascinantes van más allá. Poseen
sensibilidad para hablar al corazón de los alumnos. Un maestro fascinante es
capaz de hacer viajar a sus alumnos sin salir del lugar. Un maestro
fascinante no deja que la agresividad y las actitudes impensables de sus
alumnos le roben la tranquilidad. Entiende que los débiles excluyen, los
fuertes acogen, los débiles condenan, los fuertes comprenden.
Los
padres que son contadores de historias no se avergüenzan de usar
sus errores y dificultades para ayudar a sus hijos a sumergirse dentro de sí
mismos y encontrar sus propios caminos. Cuando sus hijos están
desesperados, temerosos del futuro, aprensivos acerca de tener que
afrontar un problema, estos padres dan un paso adelante y crean historias
que transforman las ansiosas emociones de sus hijos en una fuente de
motivación.
En
este apartado también menciona como los hijos van admirando a sus padres de
acuerdo a las acciones que estos realicen, es decir consideran ser como ellos y
en ocasiones tratan de actuar como los mismos.
Es
por esto que como padres debemos cuidar cada paso que se dé y alimentar la
mente de los hijos sanamente cuidándolos y llenándolos de amor, contándoles
historias inspiradoras en las que los aliente a seguir en el buen camino.
7.- LOS BUENOS PADRES DAN OPORTUNIDADES, MIENTRAS
QUE LOS PADRES BRILLANTES NUNCA SE RINDEN.
Dentro
de la lectura se menciona que suelen existir padres autoritarios; hoy en día,
los hijos lo son. Los maestros solían ser héroes para sus alumnos; hoy en día,
son las victimas de sus estudiantes. A los jóvenes no les gusta que los
contradigan. Nunca en la historia habíamos visto a los adultos ser tan
dominados por los niños y los jóvenes. Los hijos se comportan como reyes
cuyos deseos deben ser cumplidos de inmediato.
En
primer lugar, los padres deben aprender a no tener miedo de decir “no” a sus
hijos. Si ellos no escuchan un "no" de sus padres, no estarán
preparados para escuchar un “no” de la vida. No tendrán oportunidad de
sobrevivir.
En
segundo lugar, cuando los padres dicen “no” a sus hijos, no deben ceder al
chantaje y a la presión que estos ejercen. De otro modo, sus emociones se
volverán un balancín: serán dóciles un momento y explosivos al siguiente;
estarán felices un momento y malhumorados al siguiente. Si son inestables
y chantajistas en un medio social, serán excluidos del mismo.
En
tercer lugar, los padres deben dejar muy claro que puntos son negociables y que
límites no lo son. Por ejemplo, irse a la cama después de medianoche durante la
semana de escuela es inaceptable y, por lo tanto, no negociable. Por otra
parte, se puede negociar la cantidad de tiempo para Internet y para los juegos.
Es
por ello que los hábitos de los padres brillantes revelan que nadie se gradúa
en la educación de los hijos. Aquellos que dicen "yo sé" o "no
necesito la ayuda de nadie" ya han sido derrotados de antemano. Para
educar, siempre debemos aprender y conocer la palabra paciencia en toda su
plenitud. Quienes no tienen paciencia se rinden; quienes no
pueden aprender, tampoco pueden encontrar rutas inteligentes. Infortunados
son los psiquiatras que no aprenden de sus pacientes. Infortunados son los
maestros que no aprenden de sus alumnos y no renuevan sus herramientas. La
vida es una gran escuela que enseña poco a aquellos que no saben leerla.
Es
así como ha cambiado el tiempo pero los padres brillantes a pesar de que los
hijos sean mal agradecidos estos nunca los abandonan sino a pesar de todo están
siempre al pendiente de ellos y les brindan todas las oportunidades que les
ayudaran en un futuro.
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